¿Que pensará Lucía?


¿Qué pasará por la cabeza de Lucía?
¿Qué pensará hoy?
¿Estará más tranquila y reconfortada?

Lucía dormía y el coche bomba estalló.

Ayer se detenía a uno de los personajes más siniestros de la historia del sinsentido en España. Un hombre que, con sangre fría, no pensó en ella, ni en su familia, ni en ninguna de las familias que dormían una noche de diciembre en Zaragoza. Descansaban en su casa, en la Casa Cuartel de la Guardia Civil de la avenida de Cataluña.

Más de 30 años después se detenía a Josu Ternera. Algunos, en la misma tarde, se permitían decir que este asesino había sido un "héroe en la negociación para que ETA dejase las armas".

Vivimos en una sociedad líquida donde el marketing se antepone a la realidad, a la verdad y al trabajo. Transitamos en jornadas donde las medidas de cara al escaparate son más importantes, para algunos, que poner los pies sobre problemas y soluciones reales.

¿Qué pasará por la cabeza de Lucía, víctima del atentado de diciembre de 1987, en Zaragoza?

A los que no hemos sufrido un dolor tan grande, nos ofenden declaraciones y gestos, de cara a la galería. No podemos imaginar cómo se sienten y respiran las víctimas del terrorismo. Ellos siempre nos dan ejemplo de una educación exquisita, templanza y fuerza difíciles de comprender. Parece importar más una campaña electoral que la ética.

Lucía hoy nos ha recordado a su padre, guardia civil que desde el momento de la explosión, ayudó a quitar cascotes para buscar a sus compañeros y familiares. Un hombre que nunca pronunció una palabra malsonante delante de sus hijos sobre aquel día. “Mi padre es un hombre de honor y así lo llevó por bandera”, afirma Lucía Ruiz. Ella era una niña de diez años que nunca ha podido olvidar lo sucedido.

¿Se ponen algunos dirigentes políticos en la piel de las victimas del terrorismo?
“Se aprende a vivir con ello pero no se puede olvidar…”


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