El emperador, Justiniano, cerró una escuela del saber dónde se estudiaban matemáticas, medicina, retórica o astronomía. Esto no hizo más que alimentar el afán del hombre por seguir aprendiendo y evolucionando. La historia se repite y hoy nos movemos entre revoluciones y convulsión. Afortunadamente esto no impide a los creadores seguir laborando.
Hoy pensamos si es tan difícil controlar el tráfico ilegal de petróleo y antigüedades que alimenta a los terroristas. Pensamos en la unidad del pueblo francés.
Pensamos fundamentalmente en vivir apasionadamente y crear afán diario que mejore nuestro círculo cercano y se contagie cual virus benigno. Ese pensamiento nos lo marca la experiencia, nos lo enseña la vida. "Prefiero el bastón de la experiencia que el carro rápido de la fortuna", decía Pitágoras.
¿Por qué no hacer protagonista a la experiencia? Seguro los jóvenes talentos habrán bebido de ella.
Visitando una exposición de rostros del pasado, uno puede hallar infinitas razones para continuar evolucionando cada día.