Vespa, reto en el Camino de Santiago...



 Aventura en Vespa de película la realizada, en un Rocinante con bujía que vence en agallas a la innovación. Viajar lento, retando a una sociedad en la que las comunicaciones pretenden alinearnos en infinitas rectas de autovías de velocidad. Parar el calendario y multiplicarlo. Volver a transitar únicamente por carreteras secundarias y caminos rurales donde la vida es real. Complejo laberinto resuelto desde la actitud de querer avanzar serenamente.


Pura magia a cada paso. Versos que afloran al redescubrir la vida con ojos de niño que todo lo percibe por primera vez... Es más que un camino peregrinar a Santiago de Compostela. Es un encuentro con la pertenencia del tiempo personal, el que Gracián insistía que era nuestro único tesoro. 
Empaparnos con  el valor de una palabra, sonreír ante la deliciosa provocación de una sonrisa, abrazarnos a un abrazo, perdernos ante la elegancia y el intenso azul de los ojos del siempre compañero de viaje... El Camino de Santiago marca la mágica ruta que envuelve la vida. Lo hizo con los primeros peregrinos, lo hace hoy, lo hará por los siglos.

Luz, sombra helada de los helechos, intenso verde, ríos de aguas claras, serenos animales que comen o rumian, vecinos de sonrisa franca y generosa hospitalidad, solo el sol marca los cuartos y las medias,...
Al regresar,  tras semanas de intensa ruta del Norte con partida desde Zaragoza,  pedir que la extraordinaria enseñanza continúe en el siguiente peregrinar.

 "Santiago no es el final del camino, es el principio" afirmaba Paulo Coelho. 

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