Soukaina y su elegante sonrisa
Tras un fin de semana intenso, conociendo
a heroínas anónimas que viven en el Sahara, comentaba con una amiga el ejemplo de estas mujeres y su
elegancia. A pesar del dolor sufrido, siempre se muestran con el gesto amable,
con la sonrisa dispuesta, con una palabra tierna. Esto nos hizo pensar en el
gesto triste y hosco de la mayoría de personas que nos hallamos a diario frente
a nosotros, que caminan a nuestro lado.
En nuestra sociedad deberíamos promover la educación en inteligencia
emocional y el “ponerse en el lado del otro”.
Hablamos de proponer “a quien
corresponda”, la idea de ofertar cursillos, llevar esta enseñanza a los centros
escolares,... Todo para evitar lo máximo posible la profusión de las “personas
tóxicas”.
Todos tenemos problemas, a todos se nos
estropea un electrodoméstico en el peor momento, nos falla un amigo o un
familiar se pone enfermo… Pero unos salen a la calle y dejan sus problemas
puertas adentro de sus hogares y otros los llevan y multiplican allá donde
posen sus pies.
Esas personas que fruncen las cejas a
principio de mañana, que están crispadas diariamente e intentan crispar a sus congéneres
son personas tóxicas.
Nada cuesta cerrar la puerta y poner una
sonrisa en el rostro.
Nada cuesta ilusionarse por lo cotidiano.
Nada cuesta decir buenos días.
Lo que damos es lo que recibimos; teniendo talante conciliador provocaremos una
corriente en positivo que finalmente nos devolverá grandes dosis de
satisfacción.
Acabar con las personas tóxicas es
sencillo. Tan solo hay que seguir nuestro camino, sin caer en su trampa, sin
ceder al enfrentamiento.
Ser educados en principio es un arma de enorme
valor. La urbanidad, ahora palabra en desuso, debería ponerse en alza. Un
saludo a nuestro vecino, al conductor del autobús, un por favor al preguntar en
la librería, gracias al recibir los cambios de la compra, una palabra amable
con un compañero,…no grava nuestros bolsillos y generará muchas endorfinas.
Las personas tóxicas finalmente
sucumbirán ante este sutil ataque. Venzámoslas con la sonrisa, las buenas palabras y el gesto
amable.
Todo esto no implica que el día se convierta en una balsa de aceite,
simplemente que cada jornada sea más llevadera. Discusiones las habrá, los
problemas seguirán al abrir la puerta pero, seguramente los encararemos con la
mente mas abierta.
No seamos personas tóxicas, irascibles.
Nuestra piel y nuestro hígado nos lo agradecerán.
Pensemos mas en mujeres como Soukaina
que, a pesar de sus doce años desaparecida en las cárceles marroquíes, hoy
mantiene su elegante sonrisa.
Eso no le resta fuerza para encarar su
discurso político o social, al contrario la hace más convincente y real.
La elegancia y la felicidad comienzan en
muchas ocasiones con un buenos días.
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