Papel de seda verde...
En la cuesta de Morón ella miraba con intensidad los lomos
de los usados libros. El sol era intenso y daba calor a la mañana. Tres
coquetas casetas mas arriba y sus ojos
se abrieron con fuerza. El hecho era real pero insólito. No podía creerlo.
Se atrevió a cogerlo con manos temblorosas. Lo abrazó con
fuerza y abrió su tapa. Pasó la página en blanco y pudo observar como el paso del tiempo no había
borrado la dedicatoria. Por primera vez en veinte años volvía a releerla. Sintió
cada palabra con pasión. Parecía que el azar, hostil en ocasiones, le enviaba
una señal. Esta vez debía acogerse al destino y ser feliz.
Pensó en la primera ocasión en la que navegó por sus
páginas, en las primeras noches en vela por una historia que la atrapaba. Sus
ojos brillaron al recordar con que delicadeza redactó la nota que confería a este ejemplar el
valor de ser único.
Recordó el papel de seda verde que un día lo envolvió, el
amor con el que lo regaló...
Pero el destino quiso que el libro y el destinatario
desapareciesen de su vida en otoño. Fue
un final doloroso, pero no traumático. Ella siguió deseando más noches de
insomnio.
Hubo más libros, más destinatarios, aunque ninguno de ellos
tuvo la fuerza que contenía el primero.
Tomó el metro, entró en su coqueto y luminoso apartamento. Abrió
un blanco cajón y extrajo un pliego de verde papel. Sus delicados dedos
envolvieron de nuevo el ejemplar. Una llamada
telefónica, un cambio de vestuario y de
nuevo el metro la acogió.
Empujó la puerta del Gran Café, sabiendo que el ejemplar que
acariciaba entre sus manos y el hombre que la miraba intensamente, eran lo que
ella siempre había soñado compartir.
Atravesó el salón y en unos segundos su mente evocó algunos párrafos:
Laberinto mágico de
palabras, camino plagado de ideas y sentimientos, cofre de sorpresas en cada
pagina.
No hay mal que no
mitigue un libro.
Laberinto mágico de
palabras que en nuestras manos pasan de ser papel a dar vida, avivan el seso y
despiertan. Libros que, ni la utopía del viento, dejarán relegados a un rincón.
Continentes que narran historias que nos hacen volar, reflexionar, reír, llorar
o enamorar.
Ahora si estaba segura.
Un abrazo, un beso y un libro bajo la verde seda se
reencontraban con la vida.
¡Que bonito! una historia contada en pocas palabras. Precioso
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMuchísimas gracias Marisa por tus palabras.
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