Las montañas de Aragón y su nombre

Parece que algunos profesionales en este país tienen mucho tiempo y poco trabajo.

Tienen tanto tiempo, que se dedican a pensar y pensar en poner urnas o  en cambiar los nombres de las montañas.

Lo más curioso de todo ello es que en el caso de los picos no son geógrafos o montañeros los que quieren cambiar los nombres. Los que debaten sobre nombres pertenecen a un sector productivo de la población dedicado a la política. Este caso sucede en Aragón.


Una frase muy repetida en los últimos años  es aquella que interroga: ¿no habrá cosas más importantes de las que preocuparse? Hoy la respuesta sigue siendo, si.

Vean el caso: se crea en febrero una comisión asesora de toponimia en el gobierno de Aragón a instancia de PSOE y CHA. Su misión dar nuevos nombres a  160 picos de montaña de 3000 m de altitud.

¿Era necesario tiempo y dinero para esta hazaña?

Resultado  tras meses de labor: el Aneto se llamará Tuca de Aneto. ¿Por qué?
 Permítannos sonreír ante hechos que a ciudadanos de a pie se nos escapan.

Poner nombre a montañas que ya lo tienen, privatizar y volver hacer públicos servicios al ciudadano como el  010 o la limpieza de parques y jardines, nos remueve. La sonrisa y la duda nos llenan rostro y cerebro.

 ¿Saben estos gobernantes que jóvenes con enfermedades neuromusculares,  no pueden pagarse la única medicina que les ayuda, es decir, un fisioterapeuta? La mala gestión entre ministerio del ramo  y autonomías es la culpable.

En ocasiones la frase de Groucho Marx es acertada: "la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos y aplicar los remedios equivocados". Aunque brillen mucho los de este grupo, afortunadamente, la mayoría de los políticos están por hacer el bien.


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