Mañana, Sijena

La priora de Barcelona   suplantó a la de Sijena. Los bienes se vendieron. No ha sido, ni es, una cuestión política. La justicia así lo ha dictaminado siempre.

A las monjas de Sijena las trasladaron a otro convento con la excusa de realizar obras. Mientras estaban fuera, otra priora de la misma orden, mandó vender el patrimonio del monasterio aragonés.

Éste ha sido el argumento esgrimido desde el inicio por el abogado Jorge Español y por el
ayuntamiento de Villanueva de Sijena. Pero llegó el nacionalismo catalán y el empeño por hacer de este asunto un problema político. Llegó la nota de "no molestar a Cataluña" con este asunto porque estaban "removidos". Llegó la ilegal declaración de República. Y cierta aquella frase de: "cuanto más se estropea algo, antes llega la solución".

Parece que el último capítulo de este serial de los bienes puede concluir en breve. El ministro de cultura ha dado orden para que las piezas regresen a su lugar de origen.

Einstein decía: "solo los que intentan lo absurdo pueden llegar a lo imposible".
En este caso, la lucha que parecía una aventura propia del Quijote, ha llegado a un final feliz. Es un ejemplo de cómo los pequeños con la verdad como bandera pueden vencer a la gran maquinaria.

Mañana seguramente se olvidará esta historia;  es posible que se hable  de cómo el caso Puigdemont y compañía  queda impune ante la ley. Muchos no lo entenderemos. Ahora, cuando tengamos fragilidad para resolver problemas por faltas de apoyos diremos: Sijena  sí. Ésa es la maravillosa realidad.

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