El órgano de Caspe
Compromiso de corazón con la tierra.
Un lugar que devuelve
con creces el cariño invertido.
Fue en 2012 cuando un grupo de entusiastas se embarcaban en
una aventura que pasará a la historia. No consiguieron un reino. Si lograron
una hazaña por la que serán recordados.
Hoy el interés por el sillón de unos pocos, a la inmensa mayoría,
nos dibuja una mueca de preocupación. Las preguntas afloran sin pretenderlo ¿Qué
tendrán los ministerios que tanto atrapan? ¿Qué poder el de las consejerías que
llevan al olvido de promesas? Y, en el recuerdo una Colegiata, un órgano y
unos tubos con nombre propio.
La historia es sencilla y prodigiosa a su vez.
La hermosa iglesia poseía en su interior un retazo de lo que
fue un valioso instrumento. Los avatares de la historia lo habían destrozado. En la segunda década del 2000 no llegaba el presupuesto para su restauración.
Las gentes de buen corazón, enamoradas de su ciudad,
decidieron pedir a los caspolinos que vivían en el ancho mundo, su ayuda. Con
cantidades pequeñas y grandes todos respondieron. A cambio, el nombre de
personas o familias, quedaba inscrito en cada tubo que se contribuía a
restaurar.
Entre todos lo lograron.
En pocos años el órgano de la Colegiata de Santa María de
Caspe, llenó de exquisitez la nave central y las capillas.
Al subir la regia escalinata flanqueada de palmeras y
adentrarse en el edifico que selló un Compromiso, muchos sienten cada día, la emoción
de saber que son parte de la historia.
En esta semana de algunos discursos vanos de cara a la galería,
sin fondo…mirar hacia el Bajo Aragón, junto al embalse, nos torna la mueca en
sonrisa.
En un mundo donde se pretende hacer válido el interés personal
frente al general, el órgano de Caspe es un claro ejemplo de que, en el mundo
real, todavía gobierna el interés por el desinterés.
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