Los insultos de Cubero
Es curioso el poder de un micrófono. Ocurre mucho en la
profesión periodística. Delante de estos inventos uno se envalentona,
opina y sienta cátedra.
Esto mismo les ocurre a algunos ediles. Son tentados,
enamorados y traicionados por la hechicería del sonido amplificado.
Un micrófono es tan solo un instrumento con el que hacer
llegar nuestras palabras más allá de las solapas. Ahora, si nos posee su embrujo,
seremos capaces de postrarnos y reverenciarlo con mil aseveraciones, fruto de
la pueril valentía que nos inocula.
Cuando un representante municipal llama a otro “homófobo y
racista” debería tener muy claro el sentido de las palabras que emite.
El concejal Alberto Cubero de ZEC, llamaba hoy “racista y
homófobo” al edil Julio Calvo, de VOX. ¿Con que criterio? ¿Han charlado en más
de una ocasión los dos concejales sobre su visión de la vida y sus
circunstancias? ¿Calvo le ha manifestado en la intimidad su odio a los
homosexuales o a los inmigrantes? ¿tiene acreditada Cubero la información para
poner estos adjetivos a Calvo? Todo además con la “caricia” del PSOE a
su compañero de izquierdas.
Es mas que importante esta apreciación, a simple vista,
infantil. A los que cada día informamos de lo que ocurre a nuestro alrededor se
nos pide que verifiquemos los datos, que contrastemos las opiniones, que
pongamos documentos que acrediten los titulares. Si no lo hacemos podemos tener
problemas. Es lo lógico pues de lo contrario los medios serían un nido de desinformación. Pero, ¿nadie
pide que se contrasten los datos de una ofensa en un lugar público como el
Salón de Plenos del Ayuntamiento de Zaragoza?
En los tiempos de lo “políticamente correcto”, a todos nos
ha costado desdecir teorías, algunas con fundamentos discutibles, sobre el
feminismo, animalismo, bien común o ecologismo. La lucha es desequilibrada. Si
no se sigue la corriente, se debe predicar con vehemencia agotadora para que no se te tache de "poco lúcido". Muchos cada
día lo hemos intentado, otros simplemente han creído, con buena lógica, que ya
caerían por su propio peso. En cambio, los que abanderan lo “políticamente correcto”,
no tienen que demostrar nada. Lanzan un insulto, se sienten orgullosos de su
tarea y se les aplaude. Esperemos que algún día, como los semáforos del tranvía,
todo se equilibre.
Aunque esto de las corrientes de opinión nada tiene que ver
con el fondo del asunto que se discutía en la comisión. Un asunto que ha
quedado en segundo plano y que los zaragozanos podríamos saber si se respondiese a la pregunta. ¿Se cruzan los datos de subvenciones a ONG entre instituciones? ¿Se sabe cuanto dinero reciben para los proyectos? Una pregunta que puede suscitar el interés de los vecinos. Ciudadanos que todavía no saben, donde fueron un 41% de las ayudas para la cooperación, en los últimos tres años, así se reflejaba en la última auditoría municipal.
Nadie está libre de tirar la primera piedra pues, en pocos
meses, el grupo municipal del que es portavoz Calvo, ya ha cometido un “error
de bulto” al entregar una medalla “discutible”. Pero insultar para tirar
balones fuera, es hacerlo también, con aquellas organizaciones que justifican hasta el último céntimo lo que se les entrega.
Es curiosa la atracción fatal de un micrófono, alguno como
el reelegido Cubero, dice lo que, en una sala de espera, ante un pequeño grupo
de intelectuales mujeres de ideología contraría, nunca sería capaz de decir.
Menos espectáculo para autosatisfacción y más trabajar para
los zaragozanos. ¿Dónde se invirtieron los euros entregados por el ayuntamiento de Zaragoza para elevar agua o
dar salud? Los documentos deberían existir. Aquellos que trabajan, de verdad,
por hacer la sociedad más justa lo merecen.
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