El hincha del transistor
Metió su transistor en el bolsillo de su
camisa de cuadros. Camino hacia la parada del autobús. Saludo al conductor. Era
un viejo conocido. Bajo tres paradas antes de lo debido que le gustaba entre
mezclarse con los que tenían la fortuna de poder traspasar las puertas. Era un
eslabón más de la ancha y larga cadena de aficionados. Escuchaba las
conversaciones de padres, hijos, amigos, compañeros de trabajo, .... Llegados a
los pilares del templo los caminos se bifurcaban.
Algunos buscaban el número de su puerta,
otros conocían el camino como la palma de su mano..
Era entonces cuando conversaba con
porteros cortadores de tickets, vendedores de banderas, de bufandas, de
refrescos… En algunas ocasiones hasta ayudo a revender entradas.
Cuando la fachada del templo quedaba
vacía, Paco metida en la mano en el bolsillo de su camisa de cuadros y
acariciaba su radio. Con máxima liturgia deslizaba sus dedos por la ruleta. Los
nervios lo azotaban siempre como si fuese la primera vez. Su sonrisa delataba
felicidad. La voz del locutor le situada en el campo. En unos minutos volvería
A ser uno más entre los miles de ciudadanos que llenaban las gradas.. La única
diferencia con ellos era una pared de hormigón.
Paco nunca pudo comprar una entrada para
ver los partidos de su equipo favorito. A pesar de ello el siempre fue
privilegiado espectador. El locutor y su transistor lo trasportaban Cada
domingo al césped de la Romareda. Así fue durante toda una década.
No rechaces tus sueños. ¿Sin la ilusión el
mundo que sería? decía Ramón de Campoamor. Paco nunca pronunció la frase del
poeta asturiano, pero como aquel, siempre mantuvo la fuerza de los sueños en su
vida.
Publicado en la Revista www.otromundoesposible.net
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