Las judias traperas de Los Fayos
Cesáreo se afana por mimar detalles de última hora. Hoy el
agua y su puesta en el lugar que le corresponde será su preocupación. Sus ojos
rezuman ilusión. Surgió la idea, Rocío y Javier lo acompañaron; hoy restan
cuatro días para ponerla en marcha. La excusa: unas deliciosas judías traperas.
En Los Fayos, en el Moncayo, son pecado mortal ¿Será el
agua? ¿Será el mimo de los cocineros? ¿Será la ilusión por disfrutar de la vida?
Sea lo que fuere, este sábado 23 de junio, Los Fayos y sus judías acapararán
nuestras miradas.
La ilusión es ese sentimiento sin el que el hombre no es
nada. Sin ella uno no se levantaría cada mañana. Nada se habría inventado, ni
descubierto sin anhelos.
Estos días que se habla tanto de solidaridad, de avanzar, de
gobiernos con gran fotogenia, con alguna fotografía retocada, la ilusión de
verdad, debería triunfar. Y ese sueño está en apoyar a la Asociación de jubilados
de Los Fayos, ellos han potenciado está iniciativa para que sus judías traperas
sean conocidas mundialmente. La ilusión estará en apoyar a delegaciones como la
de Manos Unidas en Zaragoza, que trabaja sobre el terreno, para que nadie tenga
que huir de su tierra a causa del hambre. El sueño está en elaborar una tarta
de queso porque sí. En trabajar para que Antonio tenga un nuevo corazón gracias
a un trasplante. En erradicar falsas políticas y falsas campañas que intentan
desilusionarnos. Trabajar por un museo de la Semana Santa para todos los
zaragozanos, celebrar 10 años de cultura en el Teatro Arbolé y mejorar accesos
para que se instalen industrias.
La esperanza, como dice Esteban Villarocha, gerente del Teatro Arbolé, es futuro. “Hay que apostar por la ilusión, eso significa que
hay presente y futuro. En la inmediatez en la que vivimos ahora parece que se
olvida este hermoso sentimiento” afirma.
La ilusión no se come, pero alimenta, decía García Márquez.
En Los Fayos alimenta cuerpo y alma.
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