Pilar, médico en Aguaviva


Se llama Pilar, trabaja y vive en Aguaviva, Teruel.

Estudió la misma profesión que su padre.

Quería, como él, conversar, dar apoyo y salud a los vecinos de los pueblos más pequeños de su provincia.

Estudió duro. Consiguió destino en el Bajo Aragón. Aprobó la oposición definitiva y decidió no dejar solos a sus vecinos de siempre. Pidió quedarse en el mismo pueblo en el que llevaba trabajando un tiempo.

El caso de Pilar, médico rural en Aguaviva y cuatro pueblos más, no es el único. Son muchísimos los galenos que vocacionalmente trabajan en los rincones más apartados.


La mayoría trabajan poniendo su propio coche para los desplazamientos. Pilar hace más de 500 km cada semana para recorrer las pequeñas localidades que tiene a su cargo.

En ocasiones no tiene Internet porque la banda ancha no llega a su comarca. Tampoco siempre hay quien les cubra las urgencias, son ellos mismos los que atienden sin horario a los enfermos.

Pilar es feliz. Ha elegido su destino. No quiere trabajar en la ciudad.

¿Qué recibe a cambio uno de estos profesionales por amar tanto a su vocación ? El inmenso cariño de sus vecinos les basta.  Tal vez un  poquito de apoyo de instancias mayores también les satisfaría.

Ellos, los que están manteniendo el territorio, necesitan apoyo, ánimo y alguna palmadita de ánimo para continuar el camino.

En Aragón, en Teruel concretamente, el 30 % de las oficinas bancarias del bajo Aragón histórico y el 80 % en otros puntos de esta provincia, han cerrado.

Esperemos que los médicos no sean los siguientes.

Lo más sencillo sería recorrer de verdad Aragon, escuchar y ocuparse.

Ocuparse no preocuparse. Ese es el secreto.

Siempre la mejor medicina, la del amor será, la que nos cure de todo mal. Suministrada siempre por aquellos que aman y viven su profesión desde la ambición del corazón.



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