¿Alguien puede avisarles? El covid 19 es real

Dicen que hay un vecino que no duerme. En la comunidad no se adivina quién es. Los que lo han visto en alguna ocasión señalan que es alto, fuerte, con un gran flequillo negro que le cubre ojos y parte de la nariz. Imposible ver su rostro.

Algo si se sabe seguro de él: es joven. Está pleno de esa juventud provocadora para los que sobrepasan cinco décadas.

Opinan que no duerme por las noches, porque se comunica con extraños seres nocturnos como él, ocupados en el "divertímento" del videojuego. Sus voces y eufóricos vítores de madrugada lo confirman.

El "vecino insomne", duerme por el día. Será por ese trasiego que sus neuronas son incapaces de distinguir la realidad de la ficción. Vive en un mundo paralelo donde la fuerza, la velocidad de la vida y la muerte, penden tan solo de un botón del mando..

Pero no es el único en la ciudad.
Si uno pasea sobre las ocho de la tarde por las aceras próximas al pabellón príncipe Felipe, de Zaragoza, observará a otros "insomnes" ajenos a un virus llamado COVID-19.

Son jóvenes cuya visión de la vida está limitada por unas orejeras enormes. No ven, ni quieren, que su insensatez puede enfermar a sus abuelos, padres y a ellos mismos.

Su juventud no les ha permitido, afortunadamente, el haber experimentado sufrimiento por un ser querido fallecido, un gran amor acabado, una enfermedad larga en sus carnes… será por ello, que solo conocen el dolor a golpe de botón de videojuego. Seguramente por esta falta de emociones reales, son insensibles y provocadores.

Insensibles ante la mascarilla que todos los ciudadanos llevamos en la boca y lo que significa. Provocadores  para disfrutar con la reprimenda de los policías al acercarse a ellos.

Su insensatez genera, en aquellos que nacieron entre el año 36 y el 50, una gran tristeza por su falta de solidaridad. Podrían ser sus nietos.

¿Que poder maléfico atrapa a esos jóvenes que hablan "solos" en la noche de nuestras comunidades de vecinos? ¿Por qué una inmensa minoría de jóvenes se niegan a ponerse la mascarilla y se concentran en fiestas sin sentido? ¿Serán los héroes de los juegos los culpables de la falta de respeto a sus vecinos y de su tosco lenguaje? ¿Serán los que no desconectan el enchufe de su consola a una hora decente de la noche los que podrían ayudarles?

La cuestión es que nadie tiene tantas vidas como en la ficción de su pantalla.

El COVID-19 es real ¿alguien puede avisarles?

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