Bielsa, música y magia
Era un 6 de diciembre de 1997. Fue en Nápoles. Se evaluaron informes y se admitieron nuevas candidaturas. Entre ellas llegaba una aragonesa compartida con Francia. Más de 30.000 hectáreas con valles espectaculares.
Se votó y se inscribió como patrimonio de la humanidad a Pirineos Monte Perdido.
La Unesco reconocía " un paisaje cultural excepcional con una estructura social y económica de vida montañesa rara en Europa".
Curiosa definición para enmarcar un lugar donde el ciclo natural es único. Donde la magia nos abraza. Donde las personas degustan y dan tiempo al tiempo.
Hoy 20 años después, parece que la vida, en este espacio reserva de la biosfera, continúa igual. Artesanos que elaboran su yogur y lo transportan directamente al comercio, sin intermediarios; nieve que entorna las montañas y por fin llegará el cauce del Cinca y otros ríos casi secos….
Hoy que hablaremos tanto de sesiones de debate en ayuntamientos como el de Zaragoza o Teruel, de estudios de intención de voto donde la realidad, los hechos tozudos, llaman la atención a algunos gobernantes… Hoy nosotros podríamos hacer protagonistas a aquellos que continúan viviendo como montañeses. Con esas raíces en el pasado que no olvidan el presente. Con comerciantes que siguen utilizando lápiz y papel para hacer la cuenta a sus clientes.
Protagonistas los 20 años de un lugar imborrable cuando se visita y uno pierde la mirada en una cascada o en la luna plena.
La naturaleza tiene música para quien la escucha, decía el sabio. Pasear por los nevados valles, dejarse llevar por sendas que conducen a hermosos saltos de agua y olvidarse del tiempo es sumar vida. Que felicidad poseen aquellos que se procuran un "espíritu montañés raro en estos tiempos".
Se votó y se inscribió como patrimonio de la humanidad a Pirineos Monte Perdido.
La Unesco reconocía " un paisaje cultural excepcional con una estructura social y económica de vida montañesa rara en Europa".
Curiosa definición para enmarcar un lugar donde el ciclo natural es único. Donde la magia nos abraza. Donde las personas degustan y dan tiempo al tiempo.
Visitando Bielsa, Tella, Torla… Uno se empapa de esta forma de vida alejada de nerviosismo sin sentido.
Hoy 20 años después, parece que la vida, en este espacio reserva de la biosfera, continúa igual. Artesanos que elaboran su yogur y lo transportan directamente al comercio, sin intermediarios; nieve que entorna las montañas y por fin llegará el cauce del Cinca y otros ríos casi secos….
Hoy que hablaremos tanto de sesiones de debate en ayuntamientos como el de Zaragoza o Teruel, de estudios de intención de voto donde la realidad, los hechos tozudos, llaman la atención a algunos gobernantes… Hoy nosotros podríamos hacer protagonistas a aquellos que continúan viviendo como montañeses. Con esas raíces en el pasado que no olvidan el presente. Con comerciantes que siguen utilizando lápiz y papel para hacer la cuenta a sus clientes.
Protagonistas los 20 años de un lugar imborrable cuando se visita y uno pierde la mirada en una cascada o en la luna plena.
La naturaleza tiene música para quien la escucha, decía el sabio. Pasear por los nevados valles, dejarse llevar por sendas que conducen a hermosos saltos de agua y olvidarse del tiempo es sumar vida. Que felicidad poseen aquellos que se procuran un "espíritu montañés raro en estos tiempos".
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