¿Que pensará Lucía?
¿Qué pasará por la cabeza de Lucía?
¿Qué pensará hoy?
¿Estará más tranquila y reconfortada?
Lucía dormía y el coche bomba estalló.
Ayer se detenía a uno de los personajes más siniestros de la
historia del sinsentido en España. Un hombre que, con sangre fría, no pensó en
ella, ni en su familia, ni en ninguna de las familias que dormían una noche de
diciembre en Zaragoza. Descansaban en su casa, en la Casa Cuartel de la Guardia Civil de la avenida de Cataluña.
Vivimos en una sociedad líquida donde el marketing se
antepone a la realidad, a la verdad y al trabajo. Transitamos en jornadas donde
las medidas de cara al escaparate son más importantes, para algunos, que poner
los pies sobre problemas y soluciones reales.
¿Qué pasará por la cabeza de Lucía, víctima del atentado de
diciembre de 1987, en Zaragoza?
A los que no hemos sufrido un dolor tan grande, nos ofenden
declaraciones y gestos, de cara a la galería. No podemos imaginar cómo se
sienten y respiran las víctimas del terrorismo. Ellos siempre nos dan ejemplo
de una educación exquisita, templanza y fuerza difíciles de comprender. Parece
importar más una campaña electoral que la ética.
Lucía hoy nos ha recordado a su padre, guardia civil que
desde el momento de la explosión, ayudó a quitar cascotes para buscar a sus
compañeros y familiares. Un hombre que nunca pronunció una palabra malsonante
delante de sus hijos sobre aquel día. “Mi padre es un hombre de honor y así lo
llevó por bandera”, afirma Lucía Ruiz. Ella era una niña de diez años que nunca
ha podido olvidar lo sucedido.
¿Se ponen algunos dirigentes políticos en la piel de las
victimas del terrorismo?
“Se aprende a vivir con ello pero no se puede olvidar…”
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