Finisterre, amar su luz




Un kilómetro más.

Tan solo unos metros para la ansiada parada.

La elegante seducción va impregnando nuestra mirada.

Los pasos se aceleran, sin pensar, al hallar la señal. 

El océano se presenta sobrio, mágico y misterioso. 




 
El sol, a la derecha del faro, reina majestuoso. 

Finisterre es amar su luz. 

Vivir su atardecer, tras días como peregrino en el Camino de Santiago, aguijonea el alma de hermosas emociones.

Fisterra no será el final del camino...

Cuarta jornada

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