LLorado y sonreido...



Hoy he llorado.

Lo he hecho al pensar en todos los mayores que en las residencias de este país ven pasar los dias. Lo hacen solos, algunos más solos que otros.

Los que allí trabajan no pueden atenderlos como se merecen, están saturados y sin equipos de protección.

Algunos de esos trabajadores han decidido quedarse estos dias de crisis sanitaria a vivir con ellos. Es una forma contundente de poner barrera al virus. Otros no pueden hacerlo y todos demandan medidas de protección para no contagiar ni contagiarse.

Hoy al emitir, en el programa de radio y TV, unas imágenes de los trabajadores del Hogar Asilo de San José en Teruel, la emoción ha aflorado con mas intensidad.
Pensar en todas las historias contenidas en cada una de los centros de mayores me ha empañado los ojos.

Padres, abuelos, tíos, que han sufrido la guerra, la post guerra, la dictadura, el paso a la democracia, ellos han construido un país a golpe de tesón y trabajo.
Un país que ahora decide por ellos. Decide si se quedan confinados, si van al hospital, si tienen derecho a un respirador…
Y ellos, sentados en sus butacas de la sala de estar de la residencia, ven las horas pasar. Su familia no puede visitarles, ahora menos que nunca. La única mano amiga es la de los profesionales que allí trabajan.

Que injusto este virus que pretende debilitarnos a todos. Que nos enfrenta también a una realidad que parecíamos no querer ver, la de nuestros mayores. No somos jóvenes de por vida ¿lo hemos pensado en estos ultimos años?

Imposible intentar girar el rostro ante lo que sucede.

Esos mismos mayores que han vencido a la enfermedad nos dan una clara lección de vida.

En esta sociedad en la que hemos pasado de la prisa al tiempo infinito, cada padre, abuelo, que vence al covid19, es un tirón de orejas para todos.

Será un aprendizaje duro, muy duro, pero, ojalá, de esta etapa salgamos admirando, respetando, escuchando, devolviendo el cariño dado… a nuestros mayores. Nunca nos lo han pedido, en nuestro corazón está el entregarlo sin pedir nada a cambio.

Hoy, también he sonreído, al escuchar la voz de maravillosas personas mayores que son camino a seguir. Su abrazo a lo largo de los años ha sido pura medicina.


“Lo mejor esta aún por llegar” … siempre de su mano.






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